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Uno de los temas que nos han solictado últimamente, derivado de la pandemia, es el del manejo del duelo en los niños y adolescentes.

Iniciemos definiendo el duelo como una respuesta natural ante alguna pérdida, que genera un sin número de emociones, tales como tristeza dolor, enojo, abandono, culpa, impotencia, etc. Pero también se concibe como un proceso a partir de una pérdida significativa, mediante el cual la persona trata de adaptarse a esta ausencia.

Es importante mencionar que el duelo no se vive solo ante el fallecimiento de alguien, sino ante la pérdida de algo o alguien como el exttravío de una mascota, cambios de residencia, cambio de colegio o de ciudad de alguna amiga o amigo, ruptura de relaciones, etc. Sin embargo, en este momento, hablaremos del duelo por fallecimiento de un ser querido.

Desde de la psicología del desarrollo, el duelo se vive dependiendo de la etapa del desarrollo en el que se encuentra el niño:

Para algunos especialistas hasta los 3 años, existe poca conciencia de la pérdida y del concepto de muerte en realidad. Sin embargo, si pueden reaccionar ante la separación. Durante los primeros 2 años puede presentar pérdida de peso, poca actividad, dificultades del sueño y baja respuesta afectiva. Entre los 2 y 3 años puede haber una pérdida del habla, angustia generalizada, miedo al abandono, entre otras manifestaciones.

Entre los 3 y los 5 años, sienten la separación temporal, pero todavía no comprenden que es irreversible. En esta etapa pueden presentar alteraciones en la alimentación, en el sueño, pesadillas, en el control de esfínteres, etc.

Entre los 5 y 7 años ya comienzan a comprender el significado de irreversibilidad de la muerte, aunque no comprendan por qué sucede. El pensamiento mágico predomina en el inicio de esta etapa, en la que pueden pensar que por algo que hizo o no hizo, su familiar se fue o que solo con desearlo mucho ésta puede volver e incluso pueden querer ir a donde se le dijo que está su familiar. Si se les dice que esta en el cielo ellos quieren ir al cielo. Poco a poco este pensamiento va desapareciendo. Tambien puede haber temor de perder a otros miembros de su familia.

Entre los 8 y 9 años pueden comenzar a darle significados como que es un castigo, dependiendo de cómo se le maneje en casa al niño, Por lo que es muy importante que se hable con él y se le explique la situación.

A partir de los 9 o 10 años ya hay una compresión de la muerte como un proceso biológico y parte de la vida, por lo que ya pueden hablarlo con ellos, explicarles e incluirlos en algunas de las constumbres que se tengan en casa, ante estas situaciones.

Durante la adolescencia ya hay conciencia plena del concepto de muerte, su duelo es similar al de los adultos pero sus emociones pueden ser más intensas. Existe mucho más curiosidad acerca de la muerte y ya son capaces de reflexionar acerca de la vida y la muerte misma. La experiencia vivida dependerá de la relación que tuviera con la persona que se ha ido.

Su tendencia es a manejar lo que sienten en silencio, sobre todo si hay sentimientos de culpa por los conflictos presentados con la persona que fallece. Pueden presentar preocupación por sentirse débiles, trsites o vulnerables frente a sus compañeros, por lo que pueden tratar de ocultar lo que sienten. Las principales manifestaciones en esta etapa pueden ser la irritabilidad y posibles conductas agresivas, ira, no necesariamente una tristeza evidente, lo cual no significa que no la sienten, sino más bien que no se permiten expresarla; disminución del rendimiento académico, entre otros.

En algunas ocasiones, los adultos, estan tan abrumados en su dolor que olvidan que los niños tambien estan viviendo una experiencia y que es importante el acercamiento con ellos para explicarles que ha pasado, explorar sus emociones al respecto, así como sus miedos y preocupaciones. Cuando fallece mamá o papá, en ocasiones, los niños o adolescentes viven 2 pérdidas ya que la pareja se aisla y se ausenta de la vida del niño en su proceso de duelo, entonces éste vive la pérdida del que fallece y la pérdida del que se queda.

Otro factor que puede influir son los cambios que se viven a partir de la muerte de un familiar. Si la vida o rutina del niño o jóven cambia drásticamente, a partir de la pérdida, entonces no solo vive una, sino que puede vivir varios procesos simultáneos de cambios en su vida y si no se le explican, anticipan o acompañan pueden marcar también su vida. Mientras mas estable se mantenga su vida, menos será el impacto derivado de una pérdida.

Por lo que es indispensable que ante este tipo de situaciones, se tenga presente que los niños también estan viviendo una experiencia poco agradable, que puede generarles miedos, incertidumbre, dolor, confusión, angustia, dolor, dudas, etc.

A continuación menciono algunas sugerencias que pueden serte de utilidad, ante este tipo de siituaciones:

• Recuerda que el concepto de muerte dependerá de la etapa en el que el niño se encuentre.
• Toma en cuenta que aunque, el niño, no comprenda el significado de la muerte, si es capaz de sentir la ausencia en su vida del que fallece.
• Conforme van creciendo los niños, es necesario hablar con los niños acerca de lo que está pasando, de lo contrario, ellos irán descubriendo la situación, analizando y sacando sus pocas conclusiones sin orientación y esto puede llevarlos a conclusiones equivocadas.
• En ocasiones, los niños toman el papel de quien consuela al adulto que se queda, siendo esto una responsabilidad muy grande para un niño, por lo que los adultos alrededor son quienes deberían dar soporte emocional al niño.
• Las redes de apoyo familiares y/o sociales juegan un papel importante en estos momentos ya que son quienes pueden brindar acompañamiento y soporte emocional al niño.
• Es necesario explorar, investigar y permitir que los niños manejen su duelo y decidan que actividades quieren hacer cuando se sientan tristes por la ausencia y extrañen a su familiar, por ejemplo con fotografías, escribiendo cartas, haciendo dibujos, orando (si es parte de lo que la familia hace), etc.
• Tratar de mantener la estabilidad en rutinas y formas de vida para dismnuir el número de cambios al que el niño o adolescente deba adaptarse.
• Puedes ayudar a identificar, reconocer y expresar las emociones generadas.
• Cada persona, niño y adolescente tendrá su propio proceso de duelo, sus tiempos para procesarlo y sus formas de expresarlo, por lo que el respecto a estas diferencias se vuelve fundamental para un adecuado acompañamiento.
• En familia, el proceso de duelo se vive mejor.

Siguenos en nuestra redes sociales, ya que muy pronto iniciamos con un programa de terapia grupal para el manejo de duelo, dirigido a madres con hijos en etapa infantil y adolescente, que han perdido a su pareja, en el que se trabajará el duelo personal por la pérdida y se incluirán estrategias para que puedan manejar el duelo en casa, en familia.

Programa de terapia grupal. Manejo del duelo. Creciendo a partir del dolor y la pérdida.