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Si hacemos un recorrido y miramos 15 años atrás, la noción de terminar un matrimonio o relación seguía siendo considerada ante la sociedad como un hecho catastrófico y, la idea de tener una nueva relación amorosa e inclusive casarse o tan solo vivir con una nueva pareja parecía un crimen; derivado de la lucha social constante por hacer valer y respetar los derechos de hombres y mujeres por igual, a pesar de las diferencias y, siempre promoviendo el bienestar y la felicidad individual, actualmente, se puede ver que cada vez es mayor el número de familias que deciden separarse. Sin embargo, en muchas ocasiones no queda solo en una separación, sino que buscan conformar otra familia, cuya configuración incluye un segundo matrimonio e hijos de una unión anterior, a esto se le llama familias reconstituidas.

Ahora si hablamos de familia y pensamos en ello, se nos viene a la mente la constitución nuclear, es decir, que está constituido por mamá, papá e hijos y hasta este punto se considera que es la familia por excelencia. Ahora, voy a dejar por fuera la infinidad de aspectos que contradicen este último término puesto que hoy en día precisamente por lo que se comentaba anteriormente, la movilización social, ha permitido que se instituyan distintas formas de considerar a una familia por lo que me enfocaré en la importancia de las nuevas estructuras familiares y principalmente en las familias reconstituidas, estas familias en las que al menos uno de los miembros de la nueva pareja aporta algún hijo fruto de una relación previa, lo que convierte a estos adultos en padrastros y/o madrastras de los hijos biológicos de su pareja.

Algunos tipos de familias reconstituidas son provenientes de:

-Un divorcio, en la cual uno de los cónyuges tiene hijos previos.
-Un divorcio, en la cual los dos cónyuges tienen hijos previos. (Siendo el modelo más complejo.)
-Divorciado/a que tiene hijos, y cuyo ex-esposo/a se ha vuelto a emparejar.
-La muerte de uno de los cónyuges.

El padre o la madre viudo o viuda se vuelve a emparejar y aparece la figura del padrastro o madrastra que todos conocemos desde nuestra más tierna infancia, ya que protagonizan buen número de cuentos infantiles.

Entonces teniendo en cuenta esta información, va de la mano la forma o la manera de abordar la integración y la toma de roles.

Esta decisión de retomar el lazo amoroso con una relación de pareja, implica cambios dentro de la dinámica familiar, ya que se ve modifican todos los aspectos de la vida cotidiana y la gran mayoría de las veces esta nueva conformación se ve obstaculizada por el rechazo o el desinterés por convivir con la nueva familia, por parte de los hijos.

Lograr la integración familiar pareciera un hecho casi imposible en algún momento e inclusive hasta las parejas piensan en que cometieron un error y es mejor separarse, este aspecto puede apreciarse en la película de los tuyos, los míos y los nuestros donde los hijos no quería a sus nuevos padrastros y la convivencia con sus hermanastros era imposible, logrando hacer todo lo que pudieran para separar a la pareja y retomar su vida anterior.

No muy lejos de la ficción y de situaciones que se ven en las series o películas, las familias reconstituidas conforme la situación se va desarrollando se ven confrontados a distintos problemas de integración y conformación familiar, para la pareja se comienza a generar un estrés y un padecimiento por la aceptación de sus hijos, puesto que consolidar una familia reconstituida requiere de mucha paciencia y constancia; por otro lado, y en paralelo a esto, algunas parejas al tener hijos más pequeños pasan por alto la situación y de una forma u otra creen que no pasa nada, ya que los pequeños y, en ocasiones, adolescentes no manifiestan nada abiertamente.

Por lo tanto, debemos entender que la integración familiar va pasando por procesos tales como el origen en una pérdida, la de una pareja o un padre para los hijos, aunque evidentemente se presenta en distinto grado si se trata de muerte o divorcio. Por tanto, un paso previo para la reconstrucción familiar será el de trabajar el duelo por la pérdida.

Los adultos pueden necesitar trabajar el duelo:

    • Por la pérdida de su pareja
    • Por la pérdida de una relación conyugal
    • Por la pérdida de sus fantasías sobre la familia ideal
    • Por las pérdidas implícitas en los cambios que produce una muerte o el divorcio (mudanzas, nuevos empleos, cambios en el estilo de vida, etc.)

Para los niños tambien se debe considerar trabajar el duelo:

    • Por la pérdida de uno de sus padres (aunque el que no vive con ellos los visite regularmente)
    • Por la pérdida o la menor disponibilidad del otro progenitor si éste se empareja de nuevo
    • Por la pérdida de estabilidad
    • Por las pérdidas implícitas en los cambios que produce una muerte o el divorcio (nuevo lugar de residencia, nueva escuela, pérdida de los amigos, etc.)
    • Por la pérdida de la familia que habían soñado y construido.
Tomar en cuenta que cada miembro de la familia vive de forma distinta el nuevo estatus como familia. Esto es importante, puesto que habrán hijos que lo tomen de la mejor manera y otros que lo rechacen por completo. También hay que considerar las edades, el trabajo, etc. por ejemplo, a aceptación de una nueva pareja es más sencillo de lograr con los niños que con adolescentes. Brindar el espacio y el tiempo necesario a cada uno para que pasen y vivan sus ciclos de duelo y aceptación va ser fundamental, guiados y tomados de la mano, con paciencia y buena comunicación que tenga la pareja, así como la comprensión y apoyo hacia todos los miembros de la familia se fomentara una mejor relación.

Otro punto importante es que las familias reconstituidas pasan por fases dividido en tres etapas:

- Etapa Inicial: El cual dura de 1 a 5 años inclusive más, es la fase más complicada, y en ella están todas las fantasías e ideales puestos en juego, donde se cree que se lograrán adaptar en unas semanas, la actitud es positiva, por otro lado los hijos pueden creer que van a lograr separar a la pareja, etc., cada miembro pone en juego sus fantasías e ideales para finalmente darse cuenta que las cosas no están pasando y que su realidad es otra, es decir, aparece la toma de conciencia de que las cosas no serán como lo habían considerado.

- Estadio Intermedio: dura entre 2 – 3 años, y consta de la concientización de los problemas, ahora que ya saben cómo se encuentra su situación actual y real, la aceptan y así se dirigen a la búsqueda de una resolución, modificación, mejora y se llegan a tomar acuerdos, todo para mejorar la convivencia y el bienestar de la familia.

- Estadio Final: dura 1 año aproximadamente y en este momento se logra fortalecer la relación de todos los miembros de la familia, se facilita la vida cotidiana y la convivencia, estar como familia se ha logrado y los problemas que surgen ya no ponen en tensión la integración familiar.

El ciclo completo dura aproximadamente de 4 años para las Familias “Rápidas” y 7 años para las Familias “Promedio”, es por eso que mencionó el hecho de paciencia, constancia, respeto y comunicación.

Al tener en cuenta estas etapas se tendrá conocimiento de que es un proceso largo pero no difícil de lograr.

Entre las acciones y cosas que nos ayudarán en este proceso están:

    • Identificar y reconocer las pérdidas que han sufrido todos.
    • Brindar apoyo ante las expresiones de pesar.
    • Ayudar a los niños para que hablen de lo que sienten, en vez de actuarlo.
    • Introducir los cambios en forma gradual.
    • Asegurarse de que todos tengan la oportunidad de decir lo que les pasa.
    • Aceptar que tanto los adultos como los niños atraviesan distintas fases en su ciclo vital.
    • Comunicar con claridad las necesidades individuales.
    • Tratar de conciliar las necesidades que resulten br incompatibles entre sí.
    • Obrar con tolerancia y flexibilidad Admitir que las diversas formas de actuar son distintas entre sí, no mejores ni peores.
    • Reconocer que la relación de pareja es primordial y que es necesario cuidarla y nutrirla: necesitan, por ejemplo, tiempo para estar a solas.
    • Fijar de común acuerdo, como pareja, las normas que regirán en el hogar, y apoyarse uno al otro en la relación con los hijos.
    • Aceptar que entre el padre/madre biológico y sus hijos, así como entre el padrastro o madrastra y sus hijastros, pueden surgir sentimientos diferentes.
    • Resolver conjuntamente entre la pareja las cuestiones económicas.
    • No esperar a que se produzca una adaptación y un “amor” instantáneos.
    • Aunque no se den relaciones cariñosas con los hijastros, procurar que sean buenas, respetuosas y ecuánimes.
    • Sobre la forma de llamar al padrastro o madrastra, atenerse a lo que opinen los hijos
    • Mantener un trato directo con los adultos encargados de la educación de los hijos en los otros hogares, sin utilizar a sus hijos como mediadores.
    • No hablar en términos negativos del padre/madre biológico que no vive con los hijos, y evitar las luchas de poder entre los distintos hogares.
    • Controlar lo que pueda controlarse y aceptar las limitaciones al respecto. Cada cual aportará a los hijos sus “particularidades”.
    • Hacer participar a las nuevas parejas de las actividades ligadas a la escuela, deportivas, religiosas, etc.
    • Incrementar la autoestima y reducir la sensación de impotencia, de que cualquier cosa es muy difícil y complicada.
    • Enseñar a negociar, separando sentimientos y conductas.
Recuerda que si la situación que estás viviendo resulta difícil de manejar y te está causando conflicto puedes buscar a un profesional, en Psideh estamos para ayudarte.

Psic. Clínica Kimberly Shiels Méndez